La Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por el partido oficialista Nuevas Ideas, aprobó el 31 de julio de 2025 una reforma constitucional que permite la reelección presidencial indefinida.
Con 57 votos a favor y 3 en contra, se ratificaron modificaciones a cinco artículos de la Constitución que eliminan el límite de mandatos consecutivos, extienden la duración del período presidencial de cinco a seis años y eliminan la segunda vuelta electoral.
Además, la reforma adelanta el fin del mandato actual del presidente Nayib Bukele al 1 de junio de 2027, para unificar las elecciones presidenciales con las legislativas y municipales.
Estas reformas desactivan también la disposición constitucional que prohibía promover la reelección y sancionaba con la pérdida de la ciudadanía a quienes lo hicieran. Con esto, Bukele podrá presentarse indefinidamente a la presidencia, siempre que gane las elecciones.
La oposición y organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch, advirtieron que esta medida representa un grave retroceso democrático y consolida un modelo de poder autoritario. La diputada Marcela Villatoro (ARENA) declaró: “Hoy ha muerto la democracia en El Salvador”.
El oficialismo defendió la reforma como una “modernización” del sistema político y aseguró que cuenta con respaldo popular. Críticos, sin embargo, ven paralelismos con regímenes como los de Venezuela o Nicaragua. La comunidad internacional observa con creciente preocupación el rumbo institucional del país centroamericano.
Félix Eduardo Cañizalez