El conflicto entre el presidente de EE.UU., Donald Trump, y el empresario Elon Musk ha escalado en los últimos días, marcando una ruptura significativa en una alianza que fue clave durante la campaña de 2024 y los primeros meses del segundo mandato de Trump.
La tensión surgió a raíz de la aprobación del proyecto de ley fiscal y de gasto conocido como "One Big Beautiful Bill", promovido por Trump. Elon Musk criticó duramente esta legislación, calificándola de "abominación" y advirtiendo que añadiría 2,4 billones de dólares al déficit nacional.
En respuesta, Trump amenazó con revisar los contratos federales de Musk, incluyendo los de SpaceX y Tesla, y lo acusó de "haber perdido la cabeza".
Acusaciones y consecuencias
La disputa se intensificó cuando Musk insinuó que Trump estaba vinculado a los archivos del caso Epstein, sugiriendo que su nombre aparece en documentos aún no revelados. Además, Musk respaldó públicamente llamados a la destitución de Trump, lo que provocó una reacción inmediata del presidente, quien consideró vender o regalar su Tesla Model S rojo adquirido recientemente.
La confrontación también tuvo repercusiones económicas: las acciones de Tesla cayeron un 14%, perdiendo 150 mil millones de dólares en valor de mercado, y Musk vio disminuir su patrimonio en 34 mil millones de dólares.
Implicaciones para el gobierno y la tecnología
La dependencia del gobierno estadounidense en las empresas de Musk, como SpaceX y Starlink, ha generado preocupaciones sobre la concentración de poder en manos privadas. La amenaza de Musk de desactivar la nave Dragon, esencial para las misiones de la NASA —aunque luego fue desmentida—, subraya los riesgos de esta dependencia.
¿Reconciliación en el horizonte?
A pesar de la escalada, hay señales de posible reconciliación. Musk respondió afirmativamente a una propuesta de paz formulada por el empresario Bill Ackman en redes sociales. Sin embargo, Trump ha declarado que no tiene intención de hablar con Musk en el corto plazo.
Este enfrentamiento no solo afecta a dos figuras prominentes, sino que también pone en tela de juicio la relación entre el sector privado y el gobierno, así como la influencia de las redes sociales en la política contemporánea.
Félix Eduardo Cañizalez